Sin foto, libre a la imaginación.
En la oscuridad, apoyada sobre el respaldo de la silla, Sophie se dejaba llevar. Las gotas de lluvia luchaban por sobrevivir, deslizándose suavemente por el cristal. Ella se asomó a la ventana, descubriendo un cielo, lleno de recuerdos y melancolía. Le gustaba la lluvia. Le gustaba refugiar-se en su piso, escuchar su canto, sentirlo. Le hacía pensar en Gaspard, en su mirada, en sus ojos, es sus labios… Oyó el dulce cantar de un violín en la lejanía, y volvió a pensar en Gaspard.
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2 comentarios:
k viva sophie! :D
magrada!
Ya te dije que ahora, cada vez que oiga un violín, pensaré en Gaspard y en sus labios.
Me gusta la lluvia, creo que debería tomarme un café con Sophie algún día.
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