Mai 68


Bajo los adoquines, la playa.
Something in the way she moves, attracts me like no other lover. Something in the way she woos me. I don't want to leave her now, you know believe and how...


Reflexión sobre la vida.


Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir. Los más inteligentes llegan incluso a hacer de ello una religión: jah, la despreciable vacuidad de la existencia burguesa! Hay cínicos de esta índole que comparten mesa con papá: «¿Qué ha sido de nuestros sueños de juventud?», preguntan con aire desencantado y satisfecho. «Se han desvanecido, y cuán perra es la vida...». Odio esta falsa lucidez de la edad madura. La verdad es que son como todos los demás: chiquillos que no entienden qué les ha ocurrido y que van de duros cuando en realidad tienen ganas de llorar.


Sin embargo, es fácil de comprender. El problema está en que los hijos se creen lo que dicen los adultos y, una vez adultos a su vez, se vengan engañando a sus propios hijos. :

[...]

Me pregunto si no sería más sencillo enseñarles a los niños desde el principio que la vida es absurda. Ello le robaría algunos buenos momentos a la infancia, pero permitiría que el adulto ganara un tiempo considerable (por no hablar de que uno se ahorraría al menos un trauma: el de la pecera).
En lo que a mí respecta, tengo doce años, vivo en la calle Grenelle, número 7, en un piso de ricos. Mis padres son ricos, mi familia es rica y por consiguiente mi hermana y yo somos virtualmente ricas. Papá es diputado, después de haber sido ministro, y sin duda llegará a ser presidente de la Asamblea Nacional y se pimplará la bodega entera del palacete de Lassay, sede de dicha Asamblea. Mamá. ..Pues bien, mamá no es lo que se dice una lumbrera pero tiene cierta cultura. Es doctora en letras. Escribe sus invitaciones para cenar sin faltas de ortografía y se pasa el tiempo dándonos la tabarra con referencias literarias ( «Colombe, no te pongas en plan Guermantes», «Tesoro, eres una verdadera Sanseverina» ).
Pese a ello, pese a toda esta suerte y toda esta riqueza, hace mucho tiempo que sé que el destino final es la pecera. ¿Que cómo lo sé? Pues porque da la casualidad de que soy muy inteligente. Excepcionalmente inteligente, incluso. No tengo más que compararme con los demás niños de mi edad para ver que nos separa un abismo. Como no me apetece mucho llamar la atención, y en una familia en la que la inteligencia se considera un valor supremo a una niña superdotada no la dejarían nunca en paz, en el colegio trato de hacer menos de lo que podría, pero aun así siempre soy la primera en todo. Hay quien podría pensar que resulta fácil hacerse pasar por alguien con una inteligencia normal cuando, como yo, a los doce años se tiene el nivel de una universitaria de una facultad de dificultad superior. Pero jno, en absoluto! Hay que esforzarse mucho por parecer más tonto de lo que se es.

Aunque, en cierta manera, este empeño no salva de morir de aburrimiento: todo el tiempo que no tengo que pasar aprendiendo y comprendiendo, lo empleo en utilizar el estilo, las respuestas, las formas de proceder, las preocupaciones y los pequeños errores de los buenos alumnos normales y corrientes. Leo todo lo que escribe Constance Boret, la segunda de la clase, en mates, lengua e historia, y así me entero de lo que tengo que hacer: en lengua, una serie de palabras coherentes y correctamente ortografiadas; en mates, la reproducción mecánica de operaciones desprovistas de sentido; y en historia, una sucesión de hechos ligados entre sí por conectores lógicos. Pero incluso si me comparo con los adultos, soy mucho más lista que la mayoría de ellos. Así son las cosas. No me siento especialmente orgullosa porque tampoco es que el mérito sea mío. Pero lo que está claro es que yo no pienso terminar en la pecera. He reflexionado mucho antes de tomar esta decisión. Incluso para una persona tan inteligente como
yo, con tanta facilidad para los estudios. tan diferente de los demás y tan superior a la mayoría de la gente, mi vida ya está toda trazada, lo cual es tristísimo: nadie parece haber caído en la cuenta de que si la existencia es absurda, lograr en ella un éxito brillante no tiene más valor que fracasar por completo. Simplemente es más cómodo. O ni siquiera: creo que la lucidez hace amargo el éxito, mientras que la mediocridad alberga siempre alguna esperanza.


He tomado pues una decisión. Pronto dejaré atrás la infancia y, pese ami certeza de que la vida es una farsa, no creo que pueda resistir hasta el final. En el fondo, estamos programados para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no quieren sufrir. Por ello empleamos todas nuestras energías en convencernos de que hay cosas que valen la pena y que por ellas la vida tiene sentido. Por muy inteligente que yo sea, no sé cuánto tiempo aún podré luchar contra esta tendencia biológica. Cuando entre en el mundo de los adultos, ¿seré todavía capaz de hacer frente al sentimiento de lo absurdo? No lo creo. Por eso he tomado una decisión: al final de este curso, el día en que cumpla 13 años, el próximo 16 de junio, me suicidaré. Pero cuidado, no pienso hacerlo a bombo y platillo como si fuera un acto de valentía y un desafío. De hecho, más me vale que nadie sospeche nada. Los adultos tienen con la muerte una relación rayana en la histeria, el hecho adopta proporciones enormes, se comportan como si fuera algo importantísimo cuando en realidad es el acontecimiento más banal del mundo.

[...]

Desde hace un año, todos los meses le cojo a mamá un somnífero de la caja que guarda en su mesilla de noche. Se toma tantos que, de todas maneras, no se daría ni cuenta si le cogiera uno cada día, pero he decidido ser muy prudente. No hay que dejar ningún cabo suelto cuando se toma una decisión que es harto improbable que nadie comprenda. Uno no imagina la rapidez con la que la gente obstaculiza los proyectos a los que más apego se tiene, en nombre de tonterías del estilo de «el sentido de la vida» o «el amor a los hombres». Ah, y también: «el carácter sagrado de la infancia».


Así pues, me encamino tranquilamente a la fecha del 16 de junio y no tengo miedo. Tan sólo algún que otro pesar quizá. Pero el mundo tal y como es no está hecho para las princesas. Dicho esto, que uno tenga el proyecto de morir no quiere decir que hasta entonces tenga que vegetar como una verdura podrida. Antes al contrario. Lo importante no es morir ni a qué edad se,muere, sino lo que uno esté haciendo en el momento de su muerte. En los cómics de Taniguchi, los héroes mueren escalando el Everest. Como no tengo ninguna probabilidad de poder trepar al K2 o a las Grandes Jorasses antes del próximo 16 de junio, mi Everest personal es una exigencia intelectual. Me he puesto como objetivo tener el mayor número posible de ideas profundas y apuntarlas en este cuaderno: si nada tiene sentido, al menos que el espíritu se vea forzado a enfrentarse a tal situación, ¿no?

[...]

Pero en el mundo en el que vivo, hay menos poesía que en una choza de pescador japonesa. ¿ y os parece normal que cuatro personas vivan en cuatrocientos metros cuadrados cuando muchas otras, y entre ellas quizá incluso algunos poetas malditos, ni siquiera tienen una vivienda decente y se hacinan en grupos de quince en veinte metros cuadrados? Cuando este verano nos enteramos en las noticias de que unos africanos habían muerto porque se había incendiado el edificio insalubre en el que vivían, se me ocurrió una idea. Ellos, la pecera la tienen delante de las narices todo el día, no pueden escapar de ella a golpe de poesía. Pero mis padres y Colombe se imaginan que nadan en el océano sólo porque viven en un piso de cuatrocientos metros cuadrados atestado de muebles y de cuadros.


Entonces, el 16 de junio pienso refrescarles un poco esa memoria de sardinas que tienen: voy a prenderle fuego a la casa (utilizando pastillas de barbacoa). Ojo, no soy ninguna criminal: lo haré cuando no haya nadie (el 16 de junio cae en sábado, y los sábados por la tarde Colombe va a casa de Tibere, mamá, a su clase de yoga, papá, a su círculo y yo me quedo en casa), evacuaré a los gatos por la ventana y avisaré a los bomberos con el margen de tiempo suficiente para que no haya víctimas. Después me iré tranquilamente a dormir a casa de la abuela con mis somníferos.
Sin piso y sin hija quizá sí piensen ya en todos esos africanos muertos, ¿no?


(La elegancia del Erizo, Muriel Barbery.)


Free live


When the sun goes down de Artic Monkeys sonando en la radio... Más de 200 km recorridos. Cajas de pizza amontonadas y más de diez latas de cerveza vacías. El aire entraba por la ventana acariciándome el pelo, i mientras nos besábamos apasionadamente con el CAUSE HE´S A SCUMBAG, DON´T YOU KNOW de la canción...

Tranquil, no plores, perfavor no vull veure't així. Me'n vaig, però no per sempre. Mai oblidaré tots aquells moments que hem compartit, deixa'm la teua marca, per a que no m'oblide de tu. Vine, dona'm la mà, dibuixa una línia al meu rostre, així, cada volta que em mire a l'espill, sabré que tinc que continuar recte, i que tu estaràs ahí per mostrar-me el camí.

Et recordaré sempre, als meus somnis.

Sophie bebió un trago del chocolate caliente que se acababa de preparar. Notó como bajaba por su garganta, dejándole una sensación de calor por todo su cuerpo. Eran más de las doce, el tic tac del reloj era el único sonido que Sophie había oído en todo el día. Decían que era una loca, pero no señores no, los locos eran ellos!

Café del temps


Sophie no era una xica de les corrents, ni molt menys, ella tenia un do, un dels grans. Quan l’altra gent es conformaven amb existir, simplement això, ella es divertia observar els gestos de la gent quan parlaven.

Per exemple, quan es llevava pels matins, sa mare la despertava a crits i espentes. Qualsevol persona haguera pensat que ella actuava així perquè aquell matí s’havia despertat amb el peu esquerre. Pero ella no ho veia així, ho veia com una forma d’expressar tot el seu entusiasme a que no arribara tard al treball.

En realitat, mai s’havia plantejat independitzar-se. Pensava en sa mare, viuda ja feia tres anys. El seu marit se’n va anar a la guerra quan Sophie apenes tenia set anys. Ell li enviava cartes tots els mesos, recordant-li tot el seu amor, i quanta anyorança sentia a dintre.
Fins que un dia, sense cap raó, les cartes deixaren d’arribar, igual que l’alegria al cor de la dona. Va agafar una profunda depresió, i clar, va ser a la filla a qui li caigué el mort.

Sophie sabia que son pare s’havia fugat amb una dama francesa, i que varen recórrer tot el món, pero també savia que era millor seguir vivint en un somni.

Totes les vesprades, Sophie s’apropava al café més íntim de París, el seu nom era “Café del temps”. Mirava les parelles d’enamorats que se sentaven en aquells taules, acaramelats com estaven, quan l’amor fluia per les seues venes.
No obstant això, ella no anava precisament per això, sino que hi havia algú en especial que li alçava l’interés. Es tratava d’un xic, un d’eixos que no destaca entre la multitud d’un carrer, que passaria desapercebut fins i tot en un tram fantasma.

Sempre se sentava sol, sempre en la mateixa taula, amb el mateix periòdic, amb la mateixa xaqueta. Esa xaqueta que tan bien la quedava, i que particularment el definia, aquell color marró tan seu, i de ningú més.

Mai havia sentit la necessitat d’apropar-se a ell, i parlar-li, per tan sols escoltar-li la veu. Mai sobrepassava la línia d’aquella finestra, plena d’anuncis de tota classe, que li feien a Sophie va tindre que esforçar-se per veure més del normal.
Ella savia que ell notava la seua presència, encara que mai alçara el cap, com sol fer tot el món, quan se sent observat. No, él era distint, com ella. Entre ells dos fluia una força molt més potent que una simple mirada.

Pasaren els anys, Sophie va complir els vint, els vint-i-un, els vint-i-dos... Ella va seguir anant tots els dies, com cada vesprada, al café del temps... Aquell lloc, on els enamorats prenien café, on el xic de la xaqueta marró llegia el mateix periòdic, cada dia...

Fins que un dia, va ocòrrer el que Sophie més temia, el que faria que la seua vida canviara per complet.

Baixà amb pressa les escales del quart pis, fins arribar a baix. Girà a la dreta, va seguir recte... Es trobà amb el mateix anunci de sempre, sols que ara esta més groguenc que mai. Es disposà a asomar el cap al finestral, quan va veure que ell no estava allí, com cada dia. L’estrany es que allí seguia el seu periòdic, el seu café... encara que hi havia alguna cosa diferent a aquella taula. Algú havia deixat un pamflet allà damunt, que des de on Sophie estava, era imposible de llegir.
Ella es va armar de força, havia de fer-ho... tenia que entrar ahí, descobrir, perquè hui, i perquè no demà, o mai... No es podien quedar les coses així, alguna explicació havia d’haver.

Sophie començà a caminar, girà a la dreta, i per fi va veure aquella porta, una porta que no s’havia atrevit a mirar en molt de temps, i una porta que no s’imaginava que li donara tanta por. Alçà la mà, girà el pom cap a un costat, i empuixà amb decisió cap a davant.

Quan va entrar, va veure una cosa que la va deixar molt confusa, allí no hi havia ningú. Ni cambrers, ni café, i tampoc enamorats amb el seu amor, tot pareixia estar mort. No hi havia ja taules, tan sols permaneixia allí, la taula que a Sophie més li agradava, aquella tan especial, amb els seus corresponents tresors.

S’encaminà cap a ella, amb la fi de poder llegir aquell pamflet, es va sentar en aquella cadira, tan envellida com tot el que la rodejava, que va cruixir en quant ho va fer.

Examinà per un moment, tot el que havia plenat les seues vesprades de pasió, i li havia donat un sentit a la seua vida. En aquell pamflet, només hi havia una promoció de viatges a les illes de pasqua, que ja feia sis anys que caducà.

Ella es va desesperançar per complet, pero no s’anava a rendir, savia que era una senyal, i tenia que intentar-ho, si no s’anava a arrepentir per sempre.

Anà a sa casa, li va deixa una nota a sa mare baix la porta:

“Mamà, he anat a trobar-li un sentit a la meua vida, pot ser tarde un poc,
T’estima, Sophie”

Agafà el primer vol amb destí a Chile. Va ser un llarg viatge, però perfi l’avió aterritzà. Sophie baixà a terra firme. Es va trobar a una multitud de gent enfeinada, la que solia veure pel carrer, aquella gent que sempre està.

Ja faltava menys per arribar a la seua meta, era tan fàcil com agafar un vaixell, cap a eixe lloc que anunciava el pamflet, amb les seues històries...
Quan arribà al port, agafà el primer vaixell que s’apropà, al intentar pujar, se li va caure el pamflet al mar, ja que el duia damunt tot el viatje.

Tardaren hores en arribar, va ser un viatge realment dur. Quan arribaren Sophie es llançà per damunt de la gent. Estava ansiosa per tornar a veure’l, veure els seus gestos, els seus artilugis, la seua xaqueta...

Però allí no hi havia ningú, ningú excepte la gent corrent. En el fons del seu cor, ella savia que açò anava a passar, pero no va perdre l’esperança. Pasaren els dies, i ningú va aparéixer.

Sophie es parà a pensar en tot el que havia succeït, en com havia pogut fer tot allò per una sola persona, que pot ser no s’havia percatat de la seua existència mai.

Va eixir a donar un passeig, ja que havia gastat tots els seus estalvis en aquest viatge. Va observar les famoses figures de l’illa de pasqua, eren tan peculiars, Sophie es preguntava la seua procedència.

Es va sorprendre al no veure a ningú allí. Va decidir anar en busca de mar, i sentar-se en l’arena per a relaxar-se una estona. Caminà durant hores, fins que va descobrir una platja deserta, perfecta per poder pensar. Allí va trobar un home sentat a la vora de la mar.

S’apropà per a parlar amb ell, així almenys podria relacionar-se amb algu amb el transcurs del temps. S’asegué al seu costat i començà a contar-li la seua història, pero a aquell home no pareixia interessar-li massa.

Mentre contava les seues experiències, es percatà de que feia allí, de qui era aquell home, de aquell aroma tan especial, que se podria diferenciar a més de mil kilòmetres de distància.

No savia que fer ni que dir, tan sols esperava una resposta seua, algún gest, alguna cosa.

Sophie es trobà en aquell café, observant per aquella finestra, amb aquell interés...

De sobte, el xic de la xaqueta marró alçà la mirada, per a posar-se eternament als ulls de Sophie.



The last concert.

El útlimo concierto de los Beatles en la fachada de "Apple".














"HABLÁBAMOS DE PAZ Y AMOR, pero estamos lejos de sentir esos sentimientos" declaró Paul por esas fechas.

Yesterday...

"Todo empezó un frío día de enero de 1969: The beatles estaban sentados en una sala de grabación aún más fría de los Estudios Twickenham, de Londres. Estaban en compañía de las últimas persona a las que querían ver en el mundo: los propios Beatles. Llevaban días intentando escribir y editar nuevo material para un concierto en directo que ya estaba firmado (y que sería el primero que darían desde 1966), pero las cosas no funcionaban"...

Revista Rolling Stones (Especial Rolling) La separación de los Beatles.

Es muy fácil escribir sin más, pero lo más díficil de este mundo es encontrar la obra maestra de tu vida, la libertad de hacer lo que te de la gana.




Me gusta observar los rostros de la gente mientras se entretienen mirando la película.

No puc deixar de pensar en allò que una volta em vas dir. Una gran part de la meua existència s'ha dedicat a trobar-li sentit a aquest interrogant. Encara recorde aquells temps, es podria dir que van ser els millors de la meua curta vida. On res era tot i viceversa.

En el meu cap hi havien infinitat de pensaments, somnis i emocions que pot ser mai vaig acomplir.

Després d'acò, després d'haver sentit per fi totes aquestes experiències, només et puc dir que ha valgut la pena i que potser fa més de trenta anys que no sé res de tu.

Probablement, ja només siga un petit record al teu subconscient.

No sé... tenia la necesitat de fer una cridada al vent per a que em tornes a recordar, com aquella persona que vaig ser, i que pot ser, prompte se'n anirà.

Un despertar del que realmente nunca desperté, como un sueño al que nadie se podía resistir, incluso los que se tacharon de morales. Un silencio, sólo interrumpido por el alegre cantar del gorrión que se posó en la rama de un árbol y juró quererlo hasta la eternidad. ¿Eternidad? Nadie sabe lo que es eso. Hay miles de cosas que la humanidad aterra sólo por el simple hecho de no haberlo sentido nunca. Dejemos de creernos superiores, sólo lo podremos creer, cuando hayamos sentido todas y cada una de las sensaciones que nos ofrece el mundo.


Rubber Soul.

No tengo ganas de encontrarme con cualquiera.

Usted nunca será una hortaliza porque incluso las alcachofas tienen corazón.Añadir imagen

Si él se conmueve, dedicará su vida a ayudar a los demás. Si no... pues nada.






La belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora.

Amélie prefiere soñar, hasta que tenga edad para dejar la casa.

No son buenos tiempos para los soñadores.